26 ago 2013

La economía va bien

"Puede que este sea el propósito de esta nueva estrategia narrativa: mantenernos impasibles, apáticos, esperanzados y en silencio."

http://www.eii.uva.es/mitos/img/mito10.gifVicente Soria. ATTAC-PV
Llevamos ya un tiempo con noticias que revelan que algunos indicadores económicos están en positivo, dicen que la economía “está mejorando” (nótese el uso de comillas): que si mejoran las cifras del paro, que si se reducirá la de emisión de deuda por parte del Tesoro, que si la prima de riesgo está bajísima, que si la eurozona ha crecido un 0.3, que si el Ibex está remontando, etc.
No es el objetivo de esta reflexión ahondar en el análisis y deconstrucción de las causas de cada una de estas variables, aunque sí lo hagamos en algún caso.
Más bien queremos señalar el hecho de que con todas estas “buenas noticias” parece que hemos inaugurado otro nuevo mantra-falacia, entorno a esa manida “salida de la crisis”, que puede empezar a integrarse peligrosamente en nuestra forma de interpretar los acontecimientos.

La expresiones como la economía “está mejorando” o que “que va por el buen camino” han sido muy bien concebidas, ya que así se da a entender que la economía es un ente en sí mismo, autónomo e independiente, cuyos -movimientos- o -estados- pueden llegar a escapar al control de esos “expertos de la Troika” que “vigilan por el bien de la ciudadanía europea”. Debemos recordar que NO, que hay agentes responsables de que este “ente” llamado economía funcione en un sentido o en otro, no se le pueden atribuir características autómatas, arbitrarias o impredecibles. En todo caso, es más bien una marioneta que por desgracia y contra de los intereses de la gran mayoría, sólo manejan unas cuantas personas, que no han sido elegidas por nadie.


Pero sigamos con los precedentes. Hace unas semanas, al comenzar el verano, decían que en junio había bajado el paro. Ya venimos conociendo que independientemente del éxito del uso de la metáfora -bajar-, hay cientos de interpretaciones de qué quiere decir esto, ya que hay que considerar las afiliaciones a la Seguridad Social, desestacionalización, EPA, gente que por diversos motivos ya no consta en las listas del INEM etc. 
Pero en cualquier caso, y sin entrar en detalles de la calidad de esos nuevos puestos de trabajo, parecía una buena noticia.
Asimismo, desde hace meses, la gran mayoría de la población ha podido también conocer que la prima riesgo a la que nos enseñaron a temer durante el verano del 2012 (verano del Memorandum), iba teniendo una evolución descendente.
Mariano y el PP muy inteligentemente no perdieron la oportunidad, el pasado 1 de agosto, para utilizar los elementos del paro y la famosa prima de riesgo para apuntalar su discurso “happy happy” acerca de que la economía española “va mejor” (por un momento parecía que llegó a pensar en decir “España, va bien”).
Así pues, sólo con estas dos únicas variables más o menos familiares o comprensibles para el común de los mortales, pudieron montar todo un discurso muy eficaz y versátil para implicar que las medidas tomadas, las “reformas” y demás “están dando sus frutos”. La guinda del pastel vino cuando dijo que ya nadie se plantea la posibilidad de un rescate, y puede que eso sea cierto, solo que la gran mayoría debería conocer un pequeño matiz: el rescate y las ayudas a la banca ya se ejecutaron por la cantidad de 1.42 Billones hasta la fecha
 (véase a Carlos S. Mato en http://matoeconomia.blogspot.es/img/aypub2012.pdf

Pero insistimos, no es el objetivo de estas líneas el refutar el argumentario eficaz a la par que falaz del neoliberalismo y de los medios pseudo-periodísticos a su servicio. Así pues, y dejando al lado este 1 de agosto, debemos recordar que es en el día a día cuando la gente que solo se informa a partir de los telediarios y medios al servicio de la élite financiera y política, va tejiendo su opinión y elaborando nuevos discursos y narrativas. Pero centrémonos ya, como venimos diciendo, en este posible nuevo mantra-falacia de que “la economía va bien”, y sus implicaciones.

¿Debemos comenzar a contentarnos, a olvidar el sufrimiento que llevamos años aguantando? ¿Debemos olvidar la destrucción de derechos fundamentales que estamos padeciendo? ¿Debemos olvidar los suicidios? ¿Debemos olvidar que enfermos, pensionistas y dependientes han rescatado a una parte del sector financiero que se ha saneado para venderlo de nuevo a manos privadas?
Puede que este sea el propósito de esta nueva estrategia narrativa: mantenernos impasibles, apáticos, esperanzados y en silencio.

Al decir verdad, es la combinación de varios elementos la que pueden consolidar el éxito o no de esta nueva narrativa dirigida hacia la gran masa.
Por un lado tenemos a los medios de comunicación convencionales ya mencionados, que han sido quienes han perpetrado un bombardeo subliminal en nuestras mentes con una visión completamente “econocentrista”. Dado que la crisis era de índole económica se han centrado en abusar de toda esa jerga económica, ajena al conocimiento medio de las personas que más sufren la crisis, para alejarlos de cualquier intento por adquirir un mayor entendimiento de los orígenes y evolución de la estafa. Han obviado conscientemente señalar a los responsables, ya que son sus mismos dueños. Eso sí, al aspecto humano de las víctimas de la crisis le han sacado jugo desde el plano sensacionalista, para conseguir la máxima audiencia a partir de los testimonios más desgraciados de “estas cosas que pasan”, como la “terrible crisis que padecemos”. 

Por otro lado ¿quién se va a resistir a no sumarse a una buena noticia, tras tanto sufrimiento?
Pero el hecho, y lo que intentamos poner de manifiesto, es que no podemos quedarnos simplemente en esas cifras macroeconómicas que no nos tocan para nada. Bueno, las del paro sí, ya que podemos disfrutar de los nuevos contratos en semiesclavitud.
No debería ocurrir que muchas víctimas que han sufrido los recortes en su forma más cruel se alegraran, se contentaran, aferrándose aún más al sillón de la no lucha, pensando incluso que así, poco a poco, dejarán de tomar esa pastilla contra la ansiedad que el médico les recetó hace ya tiempo, cuando experimentaron los efectos de la crisis-estafa en alguna de sus formas.

No podemos vanagloriarnos y contentarnos porque a los directivos del Ibex35 les vaya bien, solo con la esperanza de que así puede que algún día mejore nuestra situación o recuperemos nuestra anterior vida.
Debemos perseguir y señalar incansablemente a los culpables y exigir la reparación del daño causado a millones de personas en el país.

Más allá de indicadores económicos, debemos hablar en nuestro día a día de la responsabilidad que deben asumir entidades como el Banco de España, como los gobiernos del PSOE y PP, y por supuesto la estructura capitalista financiarizada, desregulada y antidemocrática, que ha conseguido que el pueblo ya nunca más decida cómo quiere organizar el aspecto económico de sus vidas, o incluso simplemente, sus vidas.

Y en todo caso nos deberíamos plantear ¿qué es “salir de la crisis”?. ¿Quién se beneficia de esos indicadores económicos positivos? ¿Cuándo podremos exigir unas migajas del estado de bienestar que nos han arrebatado? 

¿Cuándo haremos la revolución?

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